Hace 13 años el empresario chilote, Oscar Becker Dörner, asumió la gerencia de la empresa que hoy sigue siendo una marca que representa a Chiloé en todo el país.
A los 27 años y recién titulado, Oscar Becker Dörner junto a su padre Oscar y su tío Enrique Becker Álvarez, se hicieron cargo de Chilolac, dando vida a los nuevos desafíos de la empresa.
La icónica cooperativa que nació en 1969 en Ancud, se declaraba en quiebra después de más de tres décadas de labor. El 1 de agosto de 2008 Chilolac salió a remate y fue adjudicada por orgullosos empresarios chilotes, que quisieron continuar lo iniciado por sus fundadores.
Meses antes de ese día, su padre vio el aviso de remate de la planta en los diarios y “me planteó la idea para ver si me interesaba. Después de estudiar e informarme pensé que debía tomar el desafío. El valor que él le dio en ese entonces, para asumir una empresa como ésta, era que siendo una planta productiva que llevaba mucho tiempo y que había sido el esfuerzo de un grupo de agricultores no se podía perder”.
El ingeniero civil de la Universidad del Bío-Bío, actual gerente general de Chilolac, asumió la dirección de la empresa con nuevos bríos. Nacido en Castro en 1980, realizó sus estudios en la Escuela N°1 hasta cuarto básico. Luego, por propia decisión, se fue interno al Colegio Alemán de Puerto Varas hasta completar el octavo básico y volvió a Chiloé para cursar su enseñanza media en el Liceo Galvarino Riveros.
“No teníamos cercanía con el mundo lechero. Tenemos campo, pero nos dedicábamos a la crianza de animales para carne. Se nos dio la oportunidad de esta planta lechera y aceptamos el desafío”, cuenta.
Oscar Becker Dörner, señala que la decisión buscó además ayudar a las numerosas familias que vieron en peligro su fuente de trabajo. “Nos tildaron de locos porque creían que esta empresa no valía. Apostamos por la empresa porque sabíamos que, si Chilolac desaparecía, lo haría toda su historia”, señala.
El profesional recuerda que el inicio fue duro y agreste. “Estaban todos los escenarios en contra de la industria láctea, con malos precios y baja comercialización”.
Entre los principales pasos estaba recomponer las confianzas. “Por eso era importante ir personalmente a la mayoría de las reuniones que fueran necesarias para la empresa. Empezó a irnos bien, de a poquito empezamos a escalar. El gran desafío era recuperar la confianza de los productores de leche para que volvieran a Chilolac”, puntualiza.
CRECIMIENTO
Fiel a sus orígenes, la empresa comenzó a sellar confianzas con los productores de la región y logró que la gran mayoría de los productores y ex cooperados regresaran a la empresa. En la actualidad son 200 los proveedores que entregan su leche a la planta, provenientes distintos puntos del archipiélago de Chiloé, Los Muermos y Fresia. Se trata de productores que fueron cooperados de la empresa y que entregan desde 100 mil litros a un millón 500 mil litros leche al año.
En la actualidad la planta recibe 21 millones de litros anuales, con los que elabora mantequilla, queso gauda, chanco, laminado y en porciones, además de yogurt y manjar en diversos formatos.
“Somos una empresa mediana y hemos contado con el apoyo de los proveedores. Nuestra relación con los productores de leche se ha basado en realizar las cosas bien, con seriedad y en beneficio de los proveedores de leche. Nos hemos ganado su confianza y nos permiten ser los receptores de su leche. La Chilolac tiene la capacidad de procesar la leche de todos, elaborarla, comercializar sus productos y salir al mercado”, explica Becker.
DE CHILOÉ A TODO EL PAÍS
Orgullosos de sus raíces chilotas y de poder apostar por una empresa clave en la zona, ya alcanzan los 13 años de trabajo con un equipo de 180 trabajadores. El profesional reconoce que el desafío ha sido dantesco y que han crecido potenciando la comercialización. “Hemos sostenido un crecimiento natural y un posicionamiento en el mercado nacional a través de sucursales en Chiloé, Temuco y Santiago, con distribución de Arica a Punta Arenas”, resalta Oscar Becker.
Una de las estrategias de crecimiento ha sido especializarse en la comercialización a través de diversos canales de venta y la atención al comercio establecido con mejores operaciones logísticas y con salas de venta propias, llegando a minimercados, supermercados regionales, carnicerías, hoteles y restaurantes.
En la actualidad, el 60% de las ventas de Chilolac se realizan en Santiago. “Nuestro interés es poder aumentar nuestras salas de venta para una mejor atención y poder abrir en lugares como Valdivia y Puerto Montt, por ejemplo. Somos una empresa local y la industria láctea más austral de Chile y la única que se encuentra en una isla”, comenta.
Hoy Chilolac sigue creciendo y se posiciona con un sello característico, con trayectoria y mística, diferenciando así sus productos de otros del mercado. Esto los ha llevado a incursionar con nuevas opciones como la mantequilla con ajo y perejil, que es uno de los productos estrella a lo que se sumará este primer semestre la leche en bolsa entera, semidescremada y descremada. “Trabajamos cada día para llegar de forma directa a los clientes”, indica el ejecutivo.
Tal es el ímpetu que tiene por continuar y crecer desde Chiloé con productos con valor agregado, que en plena pandemia realizaron una importante inversión que implicó implementar más equipos para disminuir los tiempos de operación y hacer más eficientes los procesos.
“Ha sido un gran desafío entregar productos a todo el país y hubiera sido muy penoso perder una empresa con tanta trayectoria comercial y que identificaba a la zona. Nos sentimos satisfechos de volver a reencantar al cliente y estar dentro de la palestra de marcas y volver a colaborar con el desarrollo de Chiloé”, finaliza Oscar Becker.
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